domingo, 4 de enero de 2015

El violinista del Diablo

Cuando se cuenta con el privilegio de participar en una película, se debe saber que se tiene entre manos la responsabilidad de hacer un producto de calidad para el público, que perdurará eternamente. Para alguien que solo participa del otro lado de la pantalla, es doloroso ver como tantos recursos, tanto esfuerzo y el privilegio de poder hacerlo, se desperdician en historias vacías, hechas solo para entretener de una manera burda al espectador despistado que solo quiere alejarse de su cotidianidad así sea por unos cuantos minutos, 120 por lo general.

Al hacer una película biográfica, es fácil confundirse con los hechos reales y los ficticios, pensado y agregados para hacer la trama más atractiva al público en general. Este es el raciocinio de los negocios, ir lo más seguro tomando los menores riesgos.

La historia de Niccolo Paganini es llevada a la gran pantalla, esta vez por el realizador británico Bernard Rose, antes lo había hecho Klaus Kinsky en 1989. Como actor que encarna al talentoso violinista, Rose selecciona al récord Guinness David Garrett, quien es un virtuoso interprete del instrumento y modelo, lo toman como el David Beckham de la música clásica. Grandes y respetadas facetas que no borran su evidente inicio en el oficio de la actuación.

Rose usa el talento de Garrett al violín para trasladar al espectador a la época de Paganini y como este deslumbraba con su violín.

Es evidente el tema del don dado por un pacto con el diablo. Es fácil llegar a ese juicio cuando se topa con un talento incomprensible. Y si este es acompañado con una vida desordenada, como lo sugiere la película, se tiene el cocktail perfecto para todos aquellos que añoran las épocas de las hogueras y ejecuciones de la santa inquisición.

La paciencia del diablo, su lucidez en cada momento lo plasma con sutileza en sus gestos y tonos Jared Harris, actor que lo hemos visto en muchas películas a lo largo del tiempo de la misma manera, sutil. Se debe saber que se esta buscando para encontrarlo en varios filmes.

La película es entretenida en sus diálogos, en la manera como el espíritu del condenado trata de buscar redención de manera torpe, golpeando sin querer otras vidas y al final, como pasa en muchas ocasiones, es el más desapercibido personaje el que le presta atención y lo hace relevante. Con esta película, a pesar de no ser excelente, ese que solo participa como espectador no sale con esa amarga sensación descrita al inicio.



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