jueves, 10 de enero de 2013

Mindfulness

2008 fue un año importante en mi vida. Fue el año en que salí del trance en que vivía.Se despertó en mi la necesidad de hacer algo con todas esas ideas,  planes, sueños que venía aplazado desde siempre. Dejando todo para después, acumulaba ansiedad y desesperación mientras transcurría mi rutina: Primero lo urgente del trabajo porque es lo que da para comer. Segundo el descanso, para rendir y estar enterado hay que conectarse al televisor para conseguirlo. Por último el diálogo y que mejor tema que quejarse para desahogarse, acompañado claro de hablar mal de los que no están presentes para elevar el espíritu en esa rutina sin fin.

Parte esencial en el camino han sido las personas que han aparecido en mi vida. Recuerdo con fuerza la esperanza que me dio un amigo de la universidad el día que fue a mi oficina a enseñarme lo que el había aprendido de operación bursátil. Con el tiempo se perdió contacto con él,  pero lo que me enseñó me ha servido para liberarme de ese paradigma que sólo el trabajo arduo y esclavista es la única manera de lograr el sustento, aprendí una lección importante: Uno no debe trabajar por el dinero, el dinero debe trabajar para uno. Complicada de hacer realidad pero debe ser un objetivo DIARIO en la vida.
Animado con esa epifanía, decidí cambiar mi rutina, fue así que gracias a otros dos amigos, uno de la universidad y otro del colegio, estructuré otra alternativa para mi vida. El primero me ayudó a conseguir un nuevo trabajo, en éste pude ver mucho de la dura realidad que afrontan las familias metidas en esa cada vez más estrecha franja de la clase media baja. Me sirvió también ese trabajo para planificar el viaje a realizar mis estudios de maestría en el exterior, gracias a un gran personaje que conocí por intermedio de mi amigo de colegio.

La experiencia que viví fue grandiosa. De manera desafortunada se vio truncada por situaciones familiares que se pueden resumir en la conjugación de los miedos de los involucrados. Miedo a la responsabilidad, al cambio, a la incertidumbre, a encarar la vida. Esa decisión dolorosa en su momento lo ha sido aún ahora y ha traído consecuencias tristes como lo son la pérdida de amistades y la desilusión de personas buenas como el matrimonio que nos ayudó tanto en el exterior.  Había que componer el camino

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